domingo, 16 de octubre de 2011

Si me canse de esperar, fue porque el tiempo no curó ni una herida


Me encantaría, quererte un poco menos. Como quisiera, poder vivir sin ti. Pero no puedo, siento que muero, me estoy ahogando sin tu amor.



 

¿Sabes a donde van las palabras que no se dijeron? ¿A dónde va lo que queres hacer y no haces? ¿A dónde va lo que queres decir y no lo decís? ¿A donde va lo que no te permitís sentir? Nos gustaría que lo que no decimos caiga en el olvido, pero lo que no decimos se nos acumula en el cuerpo, nos llena el alma de gritos mudos. Lo que no decimos se transforma en insomnio, en dolor de garganta. Lo que no decimos se transforma en nostalgia, en debe, en deuda, en asignatura pendiente. Las palabras que no decimos se transforman en insatisfacción, en tristeza, en frustración. Lo que no decimos muere, nos mata. Lo que no decimos se transforma en trauma, en veneno que mata el alma. Lo que no decís te encierra en el pasado. Lo que no decimos se transforma en herida abierta.
Enamórate de alguien que te guste, que te espere, que entienda incluso tu locura. De alguien que te ayude, que te guié, que sea tu apoyo y que su presencia este siempre junto a ti, aunque no sea así realmente. Enamórate de alguien con quien puedas hablar después de una pelea. Enamórate de alguien que te extrañe y quiera estar contigo. Pero no te enamores de tan solo un cuerpo, un rostro o la idea de estar enamorado, porque eso no es amor.